2021-02-09
Tengo que reconocer que hace algunos años yo formaba parte de ese grupo de personas que piensan que la educación se puede planificar de una manera más o menos homogénea, y que aquella parte del alumnado que queda muy lejos de poder participar de ella, puede encontrar una mejor respuesta educativa en centros especializados.
Pero esta manera de pensar cambió radicalmente desde que me tuve que encargar de una tutoría en la que el comportamiento, sobre todo de un alumno en concreto, hacía totalmente imposible dar una clase "normal". Aunque fue por la obligación de salir de esta situación de algún modo, poco a poco empecé a darme cuenta de que al planear las clases de otra manera, teniendo más en cuenta las necesidades de cada uno, en realidad todos se beneficieban. Sobre todo porque aprendían cómo es la sociedad en realidad. Por ejemplo, por las tardes resultaba imposible hacer "trabajo" en las mesas. Lo que hacíamos, entonces, era salir fuera del centro: a pasear, a practicar orientación con la brújula, a sacar fotos interesantes, a hacer bocetos de edificios o animales... Años después descubrí el libro de Tomlinson, en el que se pueden encontrar todo tipo de ejemplos como este.
"Despite compelling new knowledge about learning, how the brain works, and what constitutes effective classroom groupings, classrooms have changed little over the past 100 years. We still assume that children of a given age are enough like each other that they can and should traverse the same curriculum in the same fashion".
Tomlinson, C. A. (2014). The differentiated classroom: Responding to the needs of all learners. Ascd.